sábado, 26 de enero de 2013

MURIÓ SOR MARIA

Al parecer, el pasado día 22 murió María Gómez Valbuena, alias sor María.

Esta monja, en proceso judicial por dos casos de robo de niños en España ocurridos a principios de los años 80, y cuyo nombre aparece también en varios casos más que se están investigando, murió a los 87 años de edad, anciana, y sin que la justicia haya tenido tiempo de ajustar cuentas con ella.

Murió en su cama, tranquila y feliz, después de una vida regalada, vacía, dedicada tan solo a sembrar el mal y la desgracia entre las mujeres que tenían el infortunio de cruzarse en su camino.

Y decimos que murió feliz porque sabemos que tenía la conciencia tranquila. Porque ha tenido más de 30 años para reflexionar y paliar, al menos mínimamente, parte del dolor ocasionado.

Pero en las profundidades de su oscuro ser, ella pensaba que había obrado bien, que robar esos niños a esas "perdidas" y "adúlteras" era lo correcto, pues lo importante no era que esos niños disfrutaran del amor de su madre, si no que tuviesen la educación cristiana que esas pecadoras no le iban a dar; así que nada mejor que entregarlos a otra familia, que mercadear con esos niños, con esas madres, y con los sentimientos de tanta gente. ¿No es eso lo que nos enseña la doctrina cristiana? ¿No es así como actuó el propio Vaticano en el caso de Edgardo Mortara?

Porque los fanatismos religiosos son así; su comportamiento escapa a la razón humana. Porque esta monja era como los que secuestran aviones y los estrellan; como los que se hacen volar por los aires en un autobús repleto de gente. Una fanática más, de las que no actúan conforme a unos mínimos principios éticos; una de esas personas que solo se mueven por la fe en una idea absurda.

Habrá quien se pregunte que dónde está la presunción de inocencia. En este caso no la tengo, es verdad; como tampoco la tengo para personajes como Hitler, Franco, Pinochet o Pol Pot. Dicha presunción solo me parece aplicable cuando hay una intención de esclarecer la verdad, y estos casos llevan más de 20 años olvidados, obstaculizados, dando vuelta por los juzgados sin nadie que se atreviese a afrontarlos. Ha ocurrido lo que muchos querían, que los culpables empiecen a morir y se queden en casos para la historia, no para la justicia.

Ha muerto sor María. Maldita sea por siempre.